
El síndrome de Asperger es un trastorno del desarrollo incluido dentro del espectro autista.
Las personas afectadas suelen mostrar un patrón de síntomas caracterizado por:
- Capacidad de interacción social considerablemente disminuida o
inadecuada e interés limitado por otras personas relacionado todo ello con la alteración en la identificación de señales no verbales. - Intereses y gustos particulares y absorbentes que puede ser inusuales
por la temática o por la intensidad. - Tendencia hacia el comportamiento ritualizado, resistencia al cambio y cierta obsesión por mantener un entorno constante y rutinas diarias muy definidas, de manera que, los cambios inesperados pueden exceder sus mecanismos de afrontamiento.
Además de estos síntomas centrales, pueden darse signos como lenguaje «robótico», problemas para leer, escribir o de cálculo, obsesiones con ciertos temas como por ejemplo musicales o patrones visuales o comportamientos y gestos «extraños», entre otros.
El Síndrome de Asperger es mucho más común en el sexo masculino que femenino y se estima que su prevalencia en la población general oscila entre 0.3 y 0.7%.
Los síntomas iniciales del trastorno se puede observar alrededor del tercer año de vida, si bien, la mayoría de los niños reciben el diagnóstico entre los 5 y los 9 años y, dado que los síntomas centrales persisten a lo largo de la vida, el trastorno se mantiene en la edad adulta. No se conocen hallazgos orgánicos que permitan confirmar la presencia del síndrome, por lo que el diagnóstico es clínico y se lleva a cabo a través de hallazgos psicopatológicos e historia médica.
Para profundizar más en el Síndrome de Asperger, queremos explicar la importancia de la pragmática para una correcta comunicación.
La pragmática es una de las dimensiones del lenguaje que se encarga del estudio de las situaciones en las que se usa el lenguaje para comunicarse con el entorno social… ¿Suena un poco complicado, no? Te explicamos con otras palabras. Es cómo hacemos uso del lenguaje en un contexto social, por ejemplo: la toma de turnos, la gestión de los temas de conversación, adaptar el lenguaje al interlocutor, las intenciones que tenemos al comunicarnos, el lenguaje no verbal que empleamos o tener en cuenta las normas sociales para una comunicación adecuada.
Las personas con Síndrome de Asperger tienen grandes dificultades a este nivel, es por ello que les es tan complejo relacionarse socialmente y que sus interacciones sean efectivas. Presentan dificultades a la hora de interpretar el lenguaje figurado (chistes, metáforas, dichos…) puesto que son literales a la hora de comprender el mensaje, por otro lado, les resulta complejo hacer inferencias de información no presente en el propio mensaje o comprender el lenguaje no verbal. Dentro del proceso de adquisición del lenguaje, estos aspectos se manifiestan a partir de los doce meses de edad, cuando, entre otras cosas, los niños comienzan a elegir y desarrollar temas de conversación.